Por Félix Ortiz para El Diario Montañés
Juan López (Santander, 1968) es el cántabro que este año representará a la región en el mítico Rally Dakar que se pondrá en marcha el próximo lunes. La prueba más importante y mediática del automovilismo deportivo no contará este año ni con José Luis Peña ni con Jesús Puras, que sí estuvieron en la línea de salida en la pasada edición. No es la primera vez que Juan López está en el Dakar. Con esta edición, sumará ya ocho presencias. La de 2019 la afronta como jefe de equipo del PBX Dakar Team, formación patrocinada por la empresa cántabra Palibex.
–¿Qué objetivo se marca en esta edición del Dakar?
–El principal objetivo para todos los que acuden al Dakar es completar la prueba, algo que buscaremos para igualar lo conseguido el pasado año en el que fuimos los dos únicos camiones españoles que terminaron la carrera, y así reivindicar la función y utilidad que tiene el camión. No sólo en esta prueba, si no en el día a día en el transporte.
Otro de nuestros objetivos es trabajar y sembrar, como hicimos el pasado año, ese espíritu de solidaridad entre los equipos que en la pasada edición fue merecedor de una mención por parte del organizador hacia nuestra formación. Este último objetivo es el que define tanto los valores de Palibex como los del Dakar: la solidaridad y el trabajo en equipo.
–El equipo que dirige pasa por ser uno de los más grandes del Dakar, ¿cómo esta compuesto?
–El equipo cuenta con dos camiones en carrera que darán asistencia rápida a diferentes participantes, como los del Team Coronel, FN Speed, el Team Herrador o a otro equipo de referencia mundial como es el Team Mammoet, además de asistir también a Camelia Liparoti y a Rosa Romero a los mandos de su coche Yamaha. Estos dos camiones participan como uno más en la carrera, aunque su principal objetivo no pasa por la clasificación, si no por atender a los equipos que asistimos en carrera. Si uno de estos equipos tiene algún problema, estos camiones tendrán que ir inmediatamente en su ayuda y prestarles el apoyo que necesiten, retornando a la carrera una vez prestada la asistencia.
Los otros cinco camiones que completan el equipo PBX Dakar Team prestarán apoyo logístico a otros equipos de Boucou Assistance, tripulados por verdaderos especialistas en este tipo de competiciones. Son los encargados de montar y desmontar los boxes de los equipos a los que darán asistencia, y así, cuando estos llegan al final de cada etapa, tengan montado su box cuando llegan al vivac y puedan acceder a todas las piezas que necesiten para las reparaciones de sus vehículos. En total cerca de 80 personas trabajan para que a todos los equipos a los que asistimos les resulte un poquito más fácil esta difícil carrera.
Hay dos camiones en carrera para dar asistencia y otros cinco para el apoyo logístico
–Mover y coordinar a tanta gente no tiene que ser fácil…
–Moverte por la carrera es muy complicado con tanta gente, por lo que la preparación previa de toda la logística es importantísimo para que todo salga bien. Una vez en la carrera, bastante se tiene ya que improvisar, por lo que si no has hecho el trabajo previo, al segundo día te puedes volver loco. El Dakar es una carrera que cada segundo que pasa te va pidiendo algo y por lo general lo que te pide nunca es fácil.
Si a esto le añadimos que el equipo que llevamos es muy grande, tienes que saber gestionar muchas cosas y muchos sentimientos de todos los que allí estamos. Hay días en que unos están con la moral más alta y otros a los que hay que empujar un poco para animarles y conseguir el equilibrio perfecto para que todo funcione.
–¿Qué es lo más complicado en el Dakar?
–Lo más difícil es gestionar la intensidad de esta carrera. Tienes que tener muy claro a lo que vas, tener mucha frialdad y saber reponerte a los contratiempos y que estos te afecten lo menos posible. Una buena gestión de la carrera a nivel mental es casi tan importante como el rendimiento del vehículo que lleves.
He estado en otras competiciones. El Dakar no se parece a ninguna otra en el mundo
–¿Cómo es el día a día en el Dakar?
–Hay que tener en cuenta que el Dakar es como una ciudad de más de 5.000 personas que todos los días se desplaza entre 700 y 1.000 kilómetros. Principalmente se hace vida nocturna, ya que si bien los participantes es cuando, a veces, pueden descansar, el resto de la personas es cuando trabaja para poner los vehículos a punto para la siguiente etapa. Como decía, quien tiene tiempo para dormir algo lo intenta, aunque no es fácil por el mucho ruido de máquinas, motores y el trasiego de gente que está de un sitio a otro trabajando. Por el día la actividad es diferente, aunque no menos intensa, ya que hay que desplazarse y estar pendiente de la carrera con la tensión que eso supone.
–Sin embargo, como jefe de equipo y coordinador de 80 personas, lo de dormir lo llevará mal.
–La verdad que para mí es bastante estresante y tengo pocos momentos para disfrutar de la carrera, pero esto se supera por las satisfacciones a nivel personal que, bien es cierto, empiezo a disfrutar cuando regreso a casa y empiezas a recordar y a disfrutar de lo vivido. Durante la prueba no te da tiempo a nada. Mi trabajo es estar en todo momento en contacto con los equipos que asistimos. Llevamos un teléfono vía satélite y también estamos en contacto permanente con el camión de la organización que controla en todo momento dónde está cada uno de los vehículos de la prueba. De esta manera, en el momento que surge cualquier problema tenemos a los vehículos localizados y es cuando se pone en marcha nuestro operativo de asistencia. Si no hay ningún problema de nuestros equipos en la etapa, nos limitamos a realizar la jornada como cualquier otro participante.
–¿Y en el caso de que sea más de un equipo de los que asisten el que sufra problemas?
–En equipos grandes sí suele haber prioridades. Nosotros no las tenemos. Nuestra misión es atender a todos los equipos que participan bajo nuestra asistencia y colaborar en la medida que podamos con el resto de participantes. Esa es nuestra principal misión en el Dakar. Hace años cuando circulabas por cualquier carretera y había un coche averiado, siempre había un camión ayudando al conductor. Esto es lo que queremos reivindicar nosotros en el Dakar, el ayudar y recuperar ese espíritu de solidaridad entre los participantes que, creo sinceramente, estamos consiguiendo.
–Hacer el Dakar en moto siempre se ha dicho que es complicado y difícil, pero en un camión no tiene que ser nada fácil…
–Terminar el Dakar con cualquier tipo de vehículo siempre es un triunfo, sea cual sea la posición en la que se acabe. Sin embargo, lo de los camiones es algo distinto. Afrontar dunas con una altura dos veces lo que puede ser Peña Cabarga es algo especial, ya que mientras estás subiendo no ves nada más que el cielo. Y cuando estás en lo alto, tienes por delante una bajada de cuatro o cinco kilómetros que tienes que afrontar acelerando a tope para no tener problemas. Es espectacular y te pone la adrenalina a tope, ya que estamos hablando de un vehículo de más de nueve mil kilos de peso y unos mil caballos de potencia.
–Dicen que quien participa un año en esta carrera queda enganchado para siempre ¿Es así?
–El Dakar es algo que no tiene comparación con nada. Yo he tenido la suerte de estar en equipos en otras especialidades del motor: Campeonatos del Mundo de Trial, Enduro, las carreras de motos en la Isla de Man, o en Moto GP. Y sí. Puedo asegurar que el Dakar no se parece ni se vive como ninguna otra carrera. Las experiencias a nivel humano son algo que te marca, no sólo a nivel de competición, si no con las vivencias que tienes durante la carrera con los habitantes de las zonas por donde se disputa la prueba, que te dan hasta lo que no tienen. Lo que se vive en el Dakar es inexplicable. Describirlo con palabras es imposible.